Reflexiones desde el encierro.


Nos obligó a detenernos lo suficiente para darnos cuenta que poco de todo lo que hacemos tiene sentido, ¡sí! hoy no tengo poesías, ni haikus, ni esperanzas, estamos en la casilla de salida, asomando la cabeza, esperando el disparo para salir corriendo y ganar, ¿Para ganar qué?, los animales festejan este encierro, las aguas se vuelven transparentes en nuestra ausencia, ¿Ven el error?, los veo preocupados por volver a la vida de la duración, a la vida de la existencia, a la vida del durar, tristes por no poder volver a los viejos hábitos, ¿Dónde posan la vista? ¿Desde el confinamiento que es lo que ven?, los leo, desesperan por volver a las tiendas de comidas rápidas, a los viajes intercontinentales porque «viajar es todo», sobrevolando miserias, favelas y villas pero aterrizando en reducidos escollos de playas exóticas o lugares de culto oficializados por nuestras queridas redes sociales, redes que nos prometieron a su llegada el estar conectados, más cerca estés donde estés y ¡Sorpresa! ahora estás encerrado y parece que no estamos tan conectados, ¿Abrazos virtuales?¿Besos a distancia? ¡Dime que es lo que más disfrutas de esta tecnología y te diré quién eres! Las legiones de acólitos ciegos y ensordecidos, fanáticos apolíticos y militantes soportan con placer los lineamientos del partido como si cargaran la cruz del Cristo, ese morbo de escuchar, apagar la subjetividad y repetir para ser aceptados por el grupo sectario del cual son parte y así, y así son parte, porque eso es lo que importa, jugar del lado del que siempre gana, no importa lo que hagan, no importa lo que oculten, ¡Eres un ganador y eso debe ser bueno!

Dirán ¡qué pesimista!, yo les digo realista, nada tiene sentido si volteamos frente a nuestros semejantes, si le damos la espalda a esta esfera gigante que nos dio la vida y el espacio, somos de los inquilinos que tiene sin duda los peores, te invito a que todo este texto sea mentira, ¡Vamos! demuestren que todo esto es mentira y cuando se levante la barrera y oigan el disparo salgan caminando, sin la intención de aplastar al de al lado, sin preocuparse por el premio mayor, escupan cada letra de este ridículo que escribe y muestren sus móviles anticuados con orgullo, olvídense de creer en los diarios, en los anuncios y que poco les importe que su comida llegue volando, demuestren que son buenos cocineros, acallen a este insoportable veedor metiche y deslúmbrenme conociendo el origen de los beneficios (pocos) laborales que hoy desconoces y que tienes, ámense sinceramente y dejen de creer que millonarios lloran o velan por ustedes, desempolven las herramientas de la pregunta que duermen en el ático de la conciencia, recuerden como era extrañar el calor de los abrazos, sean conscientes y compruébenlo ustedes mismos que aquellos que duermen entre cartones tienen un corazón y sueños muertos en el pecho que los enferma, pregúntense mucho, pregúntense todo, dejen de creer que las cosas «son como son», caminen hacia atrás y obsérvense a ustedes mismos desde sus espaldas, desde la altura de la basura que genera el egoísmo, la pirámide más grande creada por los hombres, con cimientos de barro y basura que nos separa de la vida y de la humanidad ¿Recuerdan esa palabra? recuérdenla porque seres humanos ya no somos, porque seres humanos es otra cosa, algo que nos hicieron olvidar, algo que nos olvidamos por comodidad, yo estoy equivocado y me pongo primero en la lista, no me importa ser la cara visible.

Desde aquí, desde el encierro y con los dedos entumecidos arrojo este papel, en la botella virtual que espero cruce las aguas y llegue a tus manos porque quiero empezar a ser humano, quiero ser entre todos, porque en la soledad sólo me escucho a mi refunfuñando, como loco, como un duende en la cueva de los lamentos.

La muerte es exacta, inevitable, somos finitos e ineludibles al adiós definitivo, dime: ¿Cómo puedes ser feliz desde la indiferencia total?

Una idea en común debería rebasarnos, una idea desde el corazón y el pensamiento y estoy seguro que si lo hacemos llegaremos a la misma respuesta: La vida, la felicidad no puede vivirse desde la exclusividad sectaria ni tampoco excluyendo a otros, el verdadero hombre es posible y debemos construirlo, esa idea, esa forma es la que merece el estatus de Dios.

¿A cuanto?


¿A cuanto de fallar estamos todos?

¿A cuanto de vencer el egoísmo?

¿A cuanto de pensar en otros?

¿A cuanto de soltar lo equivocado?

*

¿A cuanto de besar están los labios?

¿A cuanto de latir los corazones?

¿A cuanto de sufrir junto a los hombres?

¿A cuanto de sanar viejas heridas?

*

¿A cuanto de callar mentiras?

¿A cuanto de gritar verdades?

¿A cuanto de abrazar amigos?

¿A cuanto de olvidar las diferencias?

*

¿A cuanto de pensar como uno todo?

¿A cuanto de cuidar el mundo que se muere?

¿A cuanto de olvidar las armas y las guerras?

¿A cuanto de crecer sin más temores?

*

¿A cuanto?

Al lado de tu mano o a mil soles.

El hijo muerto


El hijo muerto

que parió la simbiosis,

de los encuentros funestos;

el día que limpié las miserias en las tuyas,

yace frío a tus pies,

en la esquina, el café.

*

Lo pútrido que invade los sentidos

impide y direcciona lo agudo que se pierde,

se presiente el desenlace incluso

en la más sólida verdad de quien la ampara.

*

Lo tomo de las piernas

lo tomas de las manos,

y la fosa elegida ya no importa

los dos sabemos que la muerte

no merece guirnaldas ni coronas,

das vueltas con las ganas

de olvidar el camino,

evitar de una vez los desentierros,

las resurrecciones no soportan

ni saben de segundas intenciones.

 

Quiero


Quiero soltarte,

de la manera más cobarde,

la forma sencilla,

la que no deja heridas.

*

Quiero borrarte,

quitarte desde el primero al último

rincón de mi corteza,

el olvido supremo, legítimo.

*

Quiero arrancar el odio,

ciertos errores ignorarlos,

momentos de sadismo,

cientos de tardes al baldío.

*

Quiero olvidar tu voz,

las frases de promesas,

lo dulce articulado por la lengua,

lo dicho con la boca y sin el alma.


El la tomó por la cintura y le dijo al oído con vos densa y dulce:

– Si me lo pides, puedo ser el cementerio de los recuerdos que quieras olvidar. – 

Ella con lágrimas y bronca le contestó:

– ¿Y si el recuerdo que quiero olvidar es el tuyo? –

De donde 2 son 4. (Extracto)